miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿LAS VERDADES DEL BARQUERO?

 
 
 
     Simoncete, Ignacico, me habéis intentado tocar los cojones. Pero, ¿lo habéis conseguido?. ¿Cómo?
 
     Es curioso. La denuncia que presentásteis contra mi fue realizada el día 8 de Julio. Me sorprendió de primeras que no fuera a través del juzgado de Edilberto, porque eran tantos los motivos que tenía para sospechar que sería a través de ese juzgado que, sinceramente, me extrañó mucho.
 
    Me cuadró algo más cuando al dar a conocer a mi gente quién era el titular del juzgado de instrucción que casualmente debía hacerse cargo de la querella, todo el mundo me decía: "Ah, Otamendi, el amiguísimo de Beortegui". No tengo pruebas, pero cuando tanta gente de distintos frentes coincidía en reconocer espontáneamente tal supuesta amistad, qué queréis que os diga, se puso tras mi oreja a revolotear esa mosca que acostumbra a dar vueltas por ahí.
 
    La preplejidad de todos los abogados consultados - del color que sea - ante semejante tejemaneje en el que me metisteis, y, la admisión a trámite del juez, unido a ese más que rumor, la verdad, me deja muchas incógnitas.
 
    Ahora, al escribir esta entrada, estoy apoyado sobre mi mesa, donde todo el mundo de buena fe puede apoyarse si así lo desea. No necesito establecer semejante distancia para imponer respeto e intimidar. Simplemente, si la persona que lo hace no es educada, se lo hago saber. Pero, apoyarse en mi mesa... ¿apoyarse en mi mesa? Sin problema alguno. ¡Sólo faltaba! Yo no tengo cargo alguno, y lo que soy (bueno o malo) lo soy por mí. No necesito ser "Alguien" para imponer respeto. No tengo complejo alguno de inferioridad y no oculto mis carencias tras unas puñetas.
 
    Debo reconocer que en un principio me asustásteis. Ahora ya no. En absoluto. ¿Sabéis por qué? No seas ni tengas nada y nada tendrás que perder.
 
¿Nos veremos en los tribunales? ¡Vaya usted a saber!
 
P.D.: ¿Es esto libertad de expresión? Las concentraciones moteras son peligrosas.