Unas de las características más importantes de una persona es saber ser, saber estar, saber comportarse, tener sentido común y saber actuar de acuerdo a esos preceptos.
Bien, lo que voy a contar hoy, va a explicar a TODO EL MUNDO, que Simón Santamaría, no sé si ha oído hablar de lo que he dicho en el anterior párrafo, pero, desde luego, no lo lleva a la práctica. Me da igual que el que me lea sea votante de UPN, PP, PSOE, NABAI, BILDU, IU, o lo que sea. Pero esto no cabe en ninguna cabeza. Y, desde luego, es una conducta que todos los partidos políticos deberían condenar.
El 4 de Marzo de este mismo año falleció víctima de una enfermedad un agente de la Policía Municipal de Pamplona/Iruña. Siempre que fallece alguien se suele decir que era una gran persona, pero lo cierto es que he sondeado a unos cuantos agentes y todos han coincidido en decirme que era alguien especial, simpático, que llegaba al corazón.
El día del entierro, los compañeros - destrozados por el dolor - quisieron hacerle un homenaje. Así pues, los agentes que no trabajaban pidieron permiso para acudir uniformados al cementerio y, junto a los que esa mañana trabajaban, decidieron hacer una formación y un saludo al paso del féretro en la puerta del cementerio. ¿Qué hay más bonito que un homenaje respetuoso de los compañeros, sean del sector que sean?.
Además, los compañeros de promoción, al tener un vínculo especial con el fallecido, decidieron añadir una muestra de respeto un poco más especial: Esperar al coche fúnebre junto al puente de acceso a la puerta principal del cementerio y acompañarlo a ambos lados hasta la llegada al mismo (aproximadamente 50 metros).
Simón Santamaría pasó con su coche, vió el panorama y no le pareció bien. ¿Por qué? Preguntádselo a él. Tengo su teléfono personal, pero no lo voy a decir. Si queréis llamáis a Policía Municipal y que os pasen con él para que os de las explicaciones. Al fin y al cabo es un funcionario público y está a NUESTRO SERVICIO. Si, Simón. También estás a mi servicio, aunque te joda. (Y si me ves por la calle y vistes de uniforme, Simón Santamaría, me saludas como debes: llevándote la mano a la gorra).
El caso es que ordenó al cabo de proximidad que ordenara abandonar el lugar a esas personas (unos 30 agentes), que tan solo querían acompañar a su compañero y amigo fallecido en esos últimos metros.
El cabo de proximidad transmitió la orden a esos agentes, que la recibieron pero se negaron a cumplir, cosa que considero totalmente normal. El cabo que transmitió la orden de Simón Santamaría hizo también lo que debía hacer (transmitir la orden) y se fué a la entrada del cementerio a esperar al cortejo fúnebre.
Simón Santamaría se encontraba ya en la puerta del cementerio junto al resto de compañeros y familiares (supongo que inexplicablemente orgulloso de la absurda orden recién impuesta), pero cuando vió que llegaba el coche fúnebre con los policías de la promoción del fallecido a ambos lados del vehículo... La cólera le pudo y le importó un rábano dónde estaba, cómo debía comportarse y todo lo demás. Se acercó al cabo de proximidad al que había dado la orden y ahí, a las puertas del crematorio, delante del féretro y de la familia del fallecido (la viuda pertenece también a la Policía Municipal), se puso a gritar histriónicamente, diciendo que estaba hasta los cojones, que iba a expedientar a todos, cabo incluído, etc...
El espectáculo, según me han comentado muchos, fue bochornoso. Yo no quiero ni imaginar cómo hubiera reaccionado en el caso de verme en la situación de un familiar del fallecido, pero creo que ahora estaría en prisión. Y sin remordimientos. Porque éso, Simón Santamaría, éso es muy similar a lo de "condenar un atentado". Yo condeno cualquier forma de atentado, pero lo tuyo, Simón Santamaría, fue un atentado al dolor de una familia. Una falta de respeto total y absoluta. De nuevo una fuerza desmedida de tu ego que te llevó a intentar estar - nunca mejor dicho - por encima de lo divino y de lo humano.
Aquello fué... indefinible. Dentro del dolor que todo el mundo tenía (menos alguno, visto lo visto), esa función protagonizada por el Jefe de nuestra Policía Municipal, echó gasolina a las llamas del dolor. Los compañeros, además de por la pena, llorando sobre todo por la indignación y la impotencia. Y Simón Santamaría... Simón Santamaría, tan campante, entrando al crematorio como si nada hubiera pasado.
El homenaje - tras los bufidos de Simón Santamaría - fué impresionante. Un solemne silencio acompañó al féretro en sus últimos metros, ante el saludo respetuoso y silencioso de sus compañeros uniformados, pese a que PACHI FERNÁNDEZ, director del área, comentó por ahí... "éstos no saben ni formar". ¡Qué respeto tú también, PACHI FERNÁNDEZ!
Total, que después de todo lo que os he contado de lo que pareció más bien una enajenación mental transitoria de Simón Santamaría, no hubo ningún expediente. ¿Por qué?
Después de aquello, tristemente, en Junio, falleció de accidente de tráfico otro agente de la Policía Municipal. Simón Santamaría, que parece ser que no tiene mayores preocupaciones ni responsabilidades que ésas, y con una total sangre fría, se limitó a redactar la orden que véis, indicando quién y cómo debe ir cada uno de los miembros del cuerpo a rendir su sentido homenaje.
Como me dicen, lamentablemente, cada palabra que he escrito es así. Incluso yo siento cierto pudor al escribir esta entrada por si las familias pudieran considerar que estoy utilizando tan triste acontecimiento como arma arrojadiza. Si consideran que debo suprimirlo, saben cómo localizarme. En cualquier caso, mi más sentido pésame y absoluto respeto. Además, admiración, porque si Simón Santamaría (o cualquier otro tipo de ese estilo, que no sabe ni ser ni estar) se hubiera comportado así delante de mi... yo no creo que fuera capaz de responder de mis actos.
Hay un detalle que a mi me produce risa y miedo a la vez, que es lo que pone antes de su firma: "El Jefe". ¡Ufff!